Talavante corta la única oreja en la quinta corrida de la feria de Murcia

Murcia, 17 sep (EFE).- El diestro Alejandro Talavante cortó hoy la única oreja de la quinta corrida de la feria de Murcia, en la que Morante de la Puebla y Alfonso Romero se fueron de vacío, pese a su predisposición, por las pocas cualidades de sus oponentes.

Se lidió un encierro de El Pilar, deslucido y de escaso juego, primero, quinto y sexto, complicados y pitados en el arrastre.

La plaza registró algo más de media entrada en tarde de temperatura agradable.

José Antonio Morante de la Puebla: ovación y saludos tras aviso; palmas.

Alfonso Romero: ovación y saludos; palmas.

Alejandro Talavante: oreja; palmas tras dos avisos.

Morante de la Puebla se encontró en su primero con un toro que no era para el lucimiento, pero ante el que cumplió en una faena que no pudo tener continuidad porque el astado no permitía la menor confianza y acudía a la muleta de forma intermitente y presentando muchas complicaciones.

A pesar de estas circunstancias, el arte del torero sevillano lució en la Condomina, y el público lo supo valorar al obligarlo a salir al tercio a saludar.

Tampoco encontró colaboración en su segundo, un toro sin apenas transmisión y ante el que de nuevo estuvo con mucho ánimo, dejándolo siempre la muleta en el hocico y embarcándolo con firmeza en varias tandas de muletazos.

Alfonso Romero, que tan necesitado está de dar el salto definitivo en su carrera, supo ahormar con conocimiento y técnica las brusquedades del toro que hizo segundo, que iba a su aire, cabeceaba y se quedaba a mitad del viaje.

Romero estuvo en todo momento por encima del deslucido toro, aunque perdió las orejas por el mal uso de la tizona.

En el quinto, el de peor clase del encierro, y con mucho peligro, el espada murciano no pudo redondear faena, aunque lo intentó por uno y otro pitón.

La única oreja del festejo fue a parar a las manos de Alejandro Talavante, que supo darle a su oponente la distancia requerida y lo dejó respirar entre tanda y tanda.

El torero de Badajoz aguantó las miradas del astado y los parones que repitió hacia el final de la faena, cuando, con una tremenda sangre fría, se quedó entre los pitones, que rozaban su taleguilla.

El aburrimiento fue general en el coso condominero durante la faena de muleta del que cerró plaza, soso a más no poder, que no tomaba más de dos pases seguidos y resultó un marmolillo que no colaboró con el espada pese a que Talavante lo intentó en busca de la segunda oreja que le habría permitido abrir la puerta grande.

Cuando Talavante realizó el primer golpe de descabello al sexto de la tarde, el verduguillo salió despedido hacia el tendido, sin que, por fortuna, causara lesión a las dos espectadoras sobre las que cayó el acero. EFE

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