El Museo de la Ciudad pone en marcha un taller sobre el arte de pintar y decorar panderetas

Los más pequeños también aprenderán la historia de esta tradición, arraigada también en Murcia, que comenzó a realizarse a finales del siglo XIX La actividad tendrá lugar todos los sábados del mes de febrero, de 11 a 13 horas en el museo

El Museo de la Ciudad prepara, con motivo del fin de la exposición temporada “Pintando el viento y la luna de pergamino. Abanicos y panderetas” ofrecemos un taller infantil para las mañanas de sábado, en el que los más pequeños visitarán la muestra de panderetas y abanicos pintados, además de que aprenderán a hacer el suyo propio.

La finalidad del taller, que va dirigido a niños de entre 5 y 10 años de edad, es la de conocer el origen y uso de abanicos y panderetas; reconocer a pintores murcianos e identificar los toques de pandereta.

El taller se realizará todos los sábados del mes de febrero, de 11 a 13 horas. La inscripción puede hacer a través del correo del museo (museo.ciudad@ayto-murcia.es), por teléfono (968 274390) o en el mismo museo, personándose con la fotocopia del DNI del niño.

Los materiales a emplear son: folios, cartón, cartón, tijeras, pegamento en barra, celo y pandereta

La primera sesión dará comienzo de la siguiente forma:  11 h. Visita a la exposición temporal “Pintando el viento y la luna de pergamino. Abanicos y panderetas”. 11:30 horas tendrá lugar el comienzo de la manualidad: Pintando el viento. A las 12:00 horas se hará la manualidad: Abanico paso a paso. Y a las 12:30 horas  tendrá lugar una breve explicación de los toques de pandereta. 

La exposición va a estar abierta hasta el domingo 2 de marzo en horario habitual del museo. El taller de creación de abanicos es gratuito y pueden inscribirse hasta un máximo de 20 niños. 

Breve historia de arte de pintar y decorar panderetas, panderos y abanicos. Se trata de una costumbre muy antigua, casi tanto como los propios instrumentos, será a finales del siglo XIX cuando este arte salte de lo popular para introducirse en los ámbitos culturales de la época. Los antropólogos y etnógrafos han visto en estas decoraciones, la necesidad de hacer propios y únicos unos elementos que pueden considerarse herramientas y por tanto semejantes unas a otras. 

Los investigadores que se han interesado por indagar en el origen de esta tradición cuentan que fue el Circulo de Bellas Artes de Madrid, en 1892, en su segundo año de celebración del Carnaval, el que organizó el Baile de la Pandereta en el Teatro Real. En esos bailes se sorteaban y se subastaban objetos artísticos cuyos beneficios iban destinados a cubrir los gastos de una institución que en esos años ni siquiera tenía sede estable. En otras ocasiones la recaudación se destinó a causas benéficas como, por ejemplo, a los soldados que luchaban en Cuba o en África. En el diario ABC de febrero de 1934, para anunciar el baile de mascaras de ese año, recuerdan que en el de 1892 se hicieron unos cuantos centenares de panderetas en pergamino, que fueron pintadas por los más afamados artistas y dibujantes, y valoradas con los autógrafos de reputados poetas y escritores. Hubo también el baile de la paleta y el del abanico, en los cuales fueron igualmente realizados los abanicos y las paletas con las firmas de artistas de mayor prestigio. 

Los primeros bailes organizados por el Circulo de Madrid, que se había fundado en 1880, eran "patrocinados" por los socios y tanto el cartel anunciador como las piezas a subastar, eran realizadas y donadas miembros de la sociedad. 

En pocos años, gracias a la actividad de las llamadas Sociedades Culturales en la primera mitad del siglo XIX, los bailes de gala que, hasta entonces eran exclusivos de la nobleza, pasaron a convertirse también en entretenimiento de la burguesía. El cambio se aprecia en la planificaban "comercial" del evento y en que pasan a ser fiestas abiertas a todo aquel que pudiese pagar una entrada. Aunque se celebraban bailes a lo largo de todo el año, los más concurridos eran los de Carnaval.

En Murcia el baile "oficial"  era el organizado por el Circulo de Bellas Artes en el Teatro Romea o en el Casino, pero también había bailes en otras sociedades culturales, como el Club Taurino, el Centro Instructivo Ferroviario,  la Sociedad de Amigos del Arte, o el curioso Baile de los Dependientes que organizaba la Federación de Dependientes de Comercio y Banca en el Teatro Romea. 

Estas fiestas de carnaval de la época, seguían un mismo modelo en casi todos los círculos: concurso de carteles anunciadores, concurso de creación literaria, encargo a artistas de las obras a subastar, baile, entrega de premios a los mejores disfraces femeninos y entrega de obsequios a los asistentes.

La prensa local solía hacerse eco de las piezas artísticas, tanto pictóricas como poéticas que se ofrecían en estos bailes, al igual, que de los premios que se otorgaban y a quién. Así, participar de algún modo, en estos eventos durante la semana de Carnaval se convirtió en una demostración de relevancia en la vida de una ciudad mediana como la de Murcia. 

En los años de cambio entre el siglo XIX y XX estos dos objetos, el abanico y la pandereta llegan a convertirse en una marca y protagonizan, carteles taurinos, de fiestas, zarzuelas (como la titulada "Abanicos y panderetas o ¡A Sevilla en el botijo!" de los Hermanos Alvarez Quintero), obras de teatro, ilustraciones de prensa, anuncios de moda o de productos comerciales, etc. 

Será este el momento en el que a la creación artística, a lienzos y escenarios, entran la pandereta, el mantón, el abanico y los toros, aportando rasgos de la cultura popular tradicional a las bellas artes e inaugurando un estilo característico que llegó a ser menospreciado o "estigmatizado"  por el consabido "España de pandereta". 

En la actualidad, aunque aquellos bailes de mascaras ya no se celebren, algunas instituciones siguen con la costumbre de encargar a artistas este tipo de decoraciones, como el Club Taurino de Murcia que en los últimos años ha ido incrementando su colección de panderetas pintadas por artistas como Alvaro Peña, Antonio Sánchez o Jesús Silvente. Parte de esa colección ha sido cedida al museo para esta exposición.

 Existen también colecciones de abanicos en instituciones públicas, como la que pertenece a la Comunidad Autónoma de Murcia, conservada en el Museo de Bellas Artes y  en colecciones privadas, gracias a la colaboración de varios de estos coleccionistas murcianos mostramos la serie abanicos decorados por pintores como Muñoz Barberán, Esteban Linares o Ramón Gaya.

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