Manuel Massotti y Francisco Liza serán Hijos Predilectos de la ciudad

Por acuerdo unánime de los grupos municipales

Manuel Massotti Littel y Francisco Liza Alarcón serán nombrados Hijos Predilectos de la Ciudad de Murcia por acuerdo unánime de los cinco grupos municipales, según el acuerdo alcanzado por la Comisión de Pleno de Empleo, Derechos Sociales, Educación y Cultura reunida esta mañana.

El legado del músico y compositor Manuel Massotti, fallecido en 1999, continúa hoy presente. Nacido en 1915, y tras formar parte como pianista de la Orquesta Sinfónica de Murcia y ejercer la dirección artística de Radio Murcia, con 30 años asumió la dirección del Orfeón Murciano Fernández Caballero, al que dotó de obras polifónicas de interpretación murciana.

En su dilatada y extensa trayectoria, impulsó y presidió la Asociación de Amigos de la Música. Su espléndida capacidad compositora le permitió ensalzar a Murcia y sus gentes, y obtuvo una importante lista de distinciones, además de protagonizar centenares de conciertos por numerosos lugares de España.

Desde 1991, el Conservatorio Superior de Música lleva el nombre de Manuel Massotti Littel, quien, entre sus reconocimientos, cuenta con la Medalla al Mérito en las Bellas Artes concedido por el Ministerio de Cultura.

El Pleno de la Corporación del próximo jueves también dará el visto bueno a la propuesta de concesión del título de Hijo Predilecto de la Ciudad de Murcia a Francisco Liza Alarcón, prestigioso escultor murciano fallecido el pasado 10 de noviembre.

Popularmente conocido como el “escultor de Guadalupe”, aprendió dibujo en la Real Academia Económica de Amigos del País y completó su formación en los talleres de los más afamados escultores y pintores murcianos, como Juan González Moreno, José Sánchez Lozano, Luis Garay y Antonio Carrión Valverde.

Siendo un muchacho colaboró en la realización del retablo del Santuario de la Fuensanta y a lo largo de su vida realizó unas 90 tallas de imágenes que pueden verse, en su mayoría, en las iglesias de la región.

Imaginero, restaurador y belenista, Liza llevó una vida entre barro y madera, realizando una fecunda obra religiosa dentro del más puro barroco de la escuela de Salzillo. 

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